Matronas, Doulas y Brujas

El nacimiento sigue siendo en nuestra cultura, tan presuntamente racional y organizada, un espacio de luchas de poder y competencia entre diversos actores. Hace años planteé un proyecto académico de investigación antropológica sobre la figura de las doulas y su irrupción en este escenario complejo. El estudio se formuló pero no llegó a realizarse; sin embargo, parece cada vez más necesario aportar una reflexión sobre este tema. quemaBrujas

Las matronas, que en las últimas décadas han trabajado duramente por el reconocimiento de su espacio profesional, miran en ocasiones con suspicacia a las doulas como competidoras advenedizas.

Hay en todo esto un problema de límites.

Lo específico de las doulas es ser «mujeres de servicio»orientadas al apoyo práctico, con lucidez emocional y sentido común, de las madres y sus familias en el tiempo perinatal. A pesar del acotamiento de las funciones propias de una doula, constatamos que algunas mujeres con una formación escasa y una ignorancia temeraria sobre los propios límites se han investido al amparo de la denominación doula de una autoridad arrogante, recordando no ya la figura de la mujer de confianza sino la de sacerdotisas de un poder femenino plenipotenciario, conocedoras místicas de arcanos ocultos al común de las mujeres, los profesionales y las instituciones sanitarias, vendedoras de humo al precio de verdadera mirra… Brujas así de malvadas, afortunadamente hay pocas, pero haberlas haylas. Esto genera disfunciones en la atención a las familias y malestar entre aquellas otras doulas y asociaciones de doulas cuyo trabajo se ajusta a los ámbitos en los que son competentes desde códigos éticos bien planteados.

Las matronas, por otra parte, experimentan cotidianamente los límites sociales e institucionales en su actuación profesional. Uno de ellos, probablemente el más injusto y devastador, es el paro. Hasta hace poco la situación de desempleo era desconocida en este sector, ahora en cambio se constituye como un muro contra el que chocan las legítimas aspiraciones de profesionales altamente cualificadas que han realizado un esfuerzo considerable en su propia formación y que ven frustrada su inserción laboral.

Se dan ingredientes para que estallen los conflictos y, por desgracia, no suelen faltar pirómanos dispuestos a encender hogueras, promover razias, persecuciones ejemplarizantes y acusaciones indiscriminadas, aleatorias e infundadas. Las «cazas de brujas» son un fenómeno recurrente en tiempos de crisis.

Entendámonos. Cuando se dan situaciones objetivas de intrusismo es legítimo que por parte del colectivo de matronas se actúe con rigor, se trata de un deber ético que garantiza la calidad de los servicios que se ofrecen a las familias. Este compromiso de las matronas es, y así hay que reconocerlo, un buen servicio no solo para el propio colectivo sino también para el grupo mayoritario de trabajadoras honestas que se abstienen de aventuras profesionales extrañas y cuya labor se realiza dentro del ámbito de sus competencias, bien como doulas, bien como profesionales cualificadas en otras disciplinas.

Afirmado esto conviene también decir que la capacidad legal de las matronas para dar una atención integral a la salud de la mujer se puede convertir en un integrismo fundamentalista cuando se interpreta desde una perspectiva exclusiva y excluyente. Frente a la tentación minoritaria de gritar: «¡Esta mujer es mía yo la vi primero!» hay que señalar la actitud mayoritaria, más realista, más honesta y más fecunda de un trabajo inclusivo y multidisciplinar. Miradas más amplias que asumen que la matrona no puede serlo todo para toda madre sino un elemento más, valioso e irremplazable, dentro de contextos más amplios y abiertos. Por volver a la relación matronas-doulas, en la situación actual y excluyendo los casos puntuales y objetivos de intrusismo, ¿qué tiene más sentido: pretender erradicar las doulas o propiciar que en todo equipo de doulas haya por lo menos una matrona de referencia?

Por otra parte, fuera de las instituciones sanitarias por donde las matronas han venido transitando tradicionalmente no solo hay vida inteligente sino que también hay vida laboral. Existen nuevos espacios de trabajo, posibilidades de autoempleo y oportunidades empresariales tanto en el entorno del nacimiento como en otros ámbitos de la intervención social, la formación, el acompañamiento, la dinamización de grupos etc.

Hay campos emergentes donde las matronas tienen algo que aportar y lo están haciendo. En este salir «a la arena» las matronas no están solas. Encontrarán a otros profesionales que han ido ya abriendo caminos y haciendo propuestas novedosas en el entorno de la perinatalidad: pedagogas, psicólogas, terapeutas manuales, preparadoras físicas, educadoras familiares, doulas, fisioterapeutas, sociólogas, trabajadores sociales y, por supuesto, otras matronas. Tiene pleno sentido poner en acto y en valor el papel de la enfermería obstétrica en estos espacios. Lejos de un corporativismo estrecho, la integración en equipos plurales y la colaboración entre diversos profesionales genera sinergias, miradas más comprensivas e intervenciones más satisfactorias.

Explorar nuevos espacios no es una panacea pero tampoco una utopía, existen ya numerosas experiencias valiosas e ilusionantes, tanto de grupos de matronas emprendedoras como de matronas incorporadas en nuevos equipos multidisciplinares de iniciativa privada que se van haciendo un hueco. Tenemos experiencia de ello, sabemos que no es fácil, es cierto. A las matronas algunas dificultades les vienen de fuera, otras en cambio, quizás no las más duras pero sí las más dolorosas, de sus propias filas. Se echa en falta a veces el apoyo de algunas matronas acomodadas laboral o institucionalmente que, lejos de facilitar nuevos espacios de ejercicio profesional, los boicotean de forma tácita o explícita: ¿cuántas matronas miran con reservas a sus compañeras que atienden partos en casa?, ¿cuántas matronas son señaladas por sus compañeras por el hecho de formar a doulas o trabajar con ellas?, ¿qué apoyos internos encuentran las propias matronas para abrir una casa de partos?, ¿cuántas críticas reciben aquellas que ejercen honestamente su profesión desde la acción política, sindical o social?, ¿cuántas resistencias se encuentran las matronas que plantean cambios en la organización de los servicios?, ¿cuántos enfrentamientos colegiales y asociativos?

De un modo u otro, en estos tiempos complejos, sobran tanto brujas perversas como puristas fanáticas. Es necesario en cambio, mesura, diálogos, lucidez, reflexión, coraje, nuevas ideas, honestidad profesional, compromiso político, participación asociativa… y un poco más de ternura.

 

Escrito por Fidel Romero Salord.  Antropólogo y miembro de Educer.  Agosto 2013

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